Había una vez una linda princesa que vivía sola en un pequeño apartamento; ella tenia un guardián, un demonio con buenos sentimientos. El cual solo podía halar con el a través de cartas, el siempre estaba para escucharla (bueno), en este caso leerla. Él hacia todo para que ella estuviera feliz, pero para ella no era suficiente. Ella necesitaba de abrazos y caricias, más que palabras y promesas, para sentirse más tranquila y segura.
Él se empezaba a desesperar por esta situación, pero nunca se dio por vencido por que el podía sentirla, sentía que ella sabia que aunque no podía sentirlo físicamente, podía sentir el gran amor que el le tenia.
Él le dijo que siempre estaría con ella y que lucharía contra todo el inframundo si era necesario para poder liberarse y poder darle todos y cada uno de los abrazos que no pudo darle cuando se encontraba en los mejores y peores momentos de su vida.
-Evan Fuentes.
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